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La maricultura, entendiéndose por tal al cultivo de especies de
plantas o animales marinos bajo condiciones controladas en algún
grado, es una práctica que data de antiguas civilizaciones y que
perdura, con sus necesarias adaptaciones y matices, hasta nuestros
días, en que se ha convertido además en una actividad económica
productiva en alrededor de 50 países del orbe.
La Organización de las Naciones Unidades para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) define la acuicultura, por razones estadísticas,
como la explotación de organismos acuáticos, incluyendo peces,
moluscos, crustáceos y plantas acuáticas, donde el término
explotación se refiere a la intervención en algún grado en el proceso
de cría a fin de mejorar la producción y asegurar la propiedad de las existencias que están siendo cultivadas. Esta definición establece
claramente los organismos que son considerados cultivos acuícolas,
lo que facilita el control estadístico, los cálculos y estimaciones
relacionados con la acuicultura a cualquier nivel.
Un sistema acuícola, por extensión a los conceptos de acuicultura y
maricultura, puede definirse como el conjunto de todos los elementos
que intervienen o forman parte, directa o indirectamente en el medio
en que se desarrolla un organismo acuático en condiciones
controladas o semi controladas, interactuando con las prácticas de
manejo para cría y cultivo. La visión de la actividad acuícola como
un sistema surge de la necesidad de incorporar al conocimiento de la
fisiología, conducta y requerimientos del organismo cultivado, el de
las propiedades locales y regionales del ámbito en que este se
desarrolla y la compatibilidad que se necesita entre ambos para
lograr un sistema acuícola exitoso y sostenible.
Definido un sistema, no es fácil delimitar sus límites espaciales, ya
que los elementos que lo componen, de acuerdo a su naturaleza,
podrían estar relacionados de maneras muy complejas entre sí y con
los elementos del espacio que los rodean, y las trayectorias o flujos
de materia y energía podrían ser muy variables y de complicado
seguimiento. En virtud de esta consideración es necesario indicar que aunque el presente trabajo tiene establecido como área de
estudio el Golfo de Guayaquil, este es un espacio físico cuyas
fronteras son dinámicas y por lo tanto mejor que definir una frontera
se persigue mas bien llegar a crear escenarios comprehensivos de
toda la zona de interés y mostrar una visión de conjunto o a gran
escala de la región, utilizando estudios previos.
Los elementos que constituyen un sistema acuícola son el medio
natural, compuesto por el cuerpo de agua y las interfases agua –
atmósfera, y agua – sedimento, es decir los estratos físicos que
sirven de residencia a las especies vivas, sean estas de flora o
fauna, las especies mismas, y los factores o atributos ambientales
del medio, algunos de ellos inherentes a la naturaleza física de sus
estratos, otros referidos a sus propiedades físicas y químicas. Las
acciones emprendidas para manejo y producción interactúan con
estas propiedades físicas y químicas estableciéndose el estado
actual de los sistemas acuícolas.
Los propósitos del establecimiento y desarrollo de sistemas acuícolas
en cada sitio son variopintos, entre ellos se encuentran uno o varios
de los siguientes, utilizarlo como fuente de alimento de valor nutritivo,
medio de control de malezas acuáticas, modo de fomento del ingreso
y del empleo rural, mejoramiento de la pesca y captura deportiva, desalinización y recuperación de suelos agrícolas, entre los
principales. Por otro lado en la coyuntura actual de la pesca de
captura a escala mundial se está dando una sobreexplotación de los
recursos marinos y continentales por lo que la acuicultura resulta una
alternativa viable como suministro de productos marinos, por
supuesto teniendo en cuenta las implicaciones ambientales que la
actividad acarrea.
En el ámbito mundial la producción acuícola es mayoritaria en países
en desarrollo y en especial en las naciones asiáticas como China, la
de mayor volumen acuícola cultivado. |
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