Resumen:
Desde tiempos prehistóricos los humanos sentían un poderoso instinto consistente en golpear o tocar el cuerpo cuando éste se hallaba aquejado de alguna dolencia a fin de consolar al enfermo o acelerar la recuperación.
Entre las principales civilizaciones que reconocían y utilizaban los beneficios terapéuticos del masaje se encuentra China. Los chinos realizaron una síntesis de masaje y gimnasia que ha ganado reconocimiento a través de la historia.
La popularidad del masaje continuó creciendo hasta la Edad Media, época en la cual se estanco debido al surgimiento del cristianismo, ya que este al dar más importancia al ser espiritual creó una tendencia hacia la exclusión de las cuestiones mundanas, como el placer del bienestar físico.
Es en el Renacimiento donde se renueva el interés por el cuerpo y la salud física, reviviéndose muchos de los conocimientos de las civilizaciones orientales; como consecuencia el masaje empezó a ganar popularidad y a desarrollarse en forma de ciencia.
El conjunto de estas prácticas complementadas con baños de agua corriente caliente que se solían obtener de fuentes geotermales que se calentaban en las profundidades de la tierra, es lo que se conoce desde la antigüedad con el nombre de spa.
La rutina típica en las antiguas civilizaciones que practicaban esta combinación empezaba con un trabajo físico en la palestra, seguida por la visita a tres habitaciones de calor progresivo. Aceites corporales se solían aplicar en el tepidarium, antes de proceder al calarium y a la habitación, el laconicum, donde se daba un masaje y se rescataban las impurezas de la piel con un strigil. Finalmente un baño en una piscina con agua fría refrescaba el baño, estimulaba la circulación sanguínea y cerraba los poros de la piel. Este proceso de limpieza, sudoración, tratamiento y sobre todo relajación sigue formando la base para muchas experiencias spa de hoy en día.
Guayaquil constituye un nicho de mercado ha explotar por parte de los negocios de spas debido a que por ser el principal centro económico del país, y la ciudad más poblada, conlleva un ritmo de vida agitado para sus habitantes, ello explica que el estrés sea una enfermedad que día a día gana más adeptos entre la población. Las consecuencias negativas del estrés son múltiples, pero a grandes rasgos, cabe señalar su influencia negativa sobre la salud, así como sobre el deterioro cognitivo y el rendimiento. Además la demanda de tratamientos terapéuticos por lesiones laborales, posturales y deportivas, en una sociedad urbana como la que vivimos, donde abundan las tensiones nerviosas y la ansiedad, presenta un incremento continuo.
