Resumen:
Para estimar la producción de un pozo, se evalúa y se correlaciona la información obtenida de pozos cercanos que atraviesen la misma formación productora y que tengan características similares. Pero en una considerable cantidad de casos, se obtienen producciones muy por debajo de la esperada.
La baja producción de una formación podría deberse a un cambio litológico local ligado al ambiente geológico deposicional, que ha provocado una disminución de la porosidad y/o la permeabilidad. Esto se da por causas naturales, y no pueden ser evitadas, minimizadas y en algunas ocasiones, tampoco predichas.
Al perforar un ambiente en equilibrio físico-químico, como es un reservorio, se pone en contacto dicho sistema equilibrado con uno artificial, que puede o no ser compatible con él, alterándolo. A esta zona alterada (porosidad y permeabilidad) se le denomina zona dañada y a la medida de esta alteración, daño de formación o efecto de piel (skin).
Existen muchos tratamientos para “estimular” las formaciones “dañadas”, siendo los más comunes los tratamientos químicos, de los cuales la acidificación (tratamiento con ácidos) es la que más ampliamente se usa en la industria, debido a su versatilidad, costos y efectividad.
El presente artículo busca analizar las principales fuentes del daño de formación, de manera que el tratamiento de estimulación (acidificación en este caso), llegue a ser el más efectivo posible. Además de proveer los estimadores necesarios para evaluar la efectividad del tratamiento.