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La metodología como se ha estado enseñando la Física en los cursos de bachillerato, ha llevado a que los estudiantes una vez que culminen sus estudios secundarios tengan problemas para la aprobación de los cursos propedéuticos y continuar con los de nivel universitario, debido a la poca preparación en esta rama de la ciencia. Nuestro sistema educativo “que solo fomenta la memorización” provoca una pobre conceptualización y bajo nivel del proceso de pensamiento, que se pone de manifiesto al resolver ejercicios repetitivos sin fomentar en los estudiantes un nivel alto de integración y pensamiento crítico. También existen otros factores que intervienen en el bajo rendimiento académico como las experiencias físicas diarias, lenguaje de la calle que con el uso diario se pierde el significado de las palabras e incluso los errores conceptuales que tienen algunos libros manteniendo algunas ideas aristotélicas, que generan en los estudiantes concepciones alternativas que luego es muy difícil de corregir, en especial en el estudio de la Física [1]. La Física estudia la naturaleza, y como tal es necesario que la enseñanza de esta ciencia no se limite solo a la resolución de problemas en el papel, sino a realizar la parte experimental para que el estudiante tome conciencia de los modelos conceptuales y matemáticos cuando resuelve un ejercicio de Física. Por tal motivo en la mayoría de los docentes se tiene el mal concepto de que las prácticas de laboratorio son un simple apoyo didáctico de las clases teóricas, olvidando de que la Física es una ciencia experimental, donde el estudiante no cree ciegamente en las respuestas de un libro, sino que el análisis de los datos obtenidos de la experimentación desarrollan en el estudiante el cambio conceptual necesario para comprender la Física. No olvidar que la experimentación es la actividad formal para obtener respuesta a una pregunta formulada teóricamente [2].
El diseño de nuestra práctica de laboratorio pretende erradicar las antiguas prácticas experimentales, en las cuales se limita al estudiante a seguir una “guía de laboratorio”
tipo receta de cocina que no despierta en el estudiante su propia creatividad,
imaginación y criterio, sino que con los implementos de laboratorio dados por el
docente, el estudiante desarrolle su propia estrategia para responder lo que se le plantea
en la práctica experimental.