Resumen:
Nadie esperaba que una pandemia exterminaría más de un millón de vidas en el globo terráqueo, en 2020. El COVID-19 dejó profundas brechas en múltiples áreas rurales. Jimbilla, parroquia rural de la ciudad de Loja, Ecuador, rica en montañas y bañada por el Río Zamora, vivió una dura situación económica, debido al cierre de carreteras, lo cual impidió la comercialización y flujo de sus productos a las urbes.
Olón, comuna de Manglaralto, zona costera 100% turística, también de Ecuador, sufrió la quiebra de emprendimientos comerciales tales como Noble Guadua. Para sobrevivir, las 36 familias de la zona laboraron mano a mano en sus huertos familiares.
Existen medios para ayudar a estas zonas a levantarse, entre ellos, consumir productos del pequeño campesino y participar en el turismo rural comunitario. También se debería incluir políticas agrarias que favorezcan al desarrollo de la agricultura familiar.